El 25 de febrero de 1670 nació Maria Winkelmann en Leipzig. Desde muy pequeña recibió una educación bastante peculiar para una niña del siglo XVII gracias a que su padre pensaba que las mujeres tenían el mismo derecho a la educación que los hombres. ¡En el siglo XVII!
Siendo aún muy joven empezó a sentir una gran atracción por las estrellas, los planetas y el universo. Un día empezó a trabajar como ayudante de Christoph Arnold, un granjero de profesión y astrónomo aficionado que consiguió avistamientos destacables en su época. Gracias a él, conoció a Gottfried Kirch, un astrónomo treinta años mayor de quien se enamoró y con quien se casaría en 1962 y tendría cuatro hijos.
Maria y Gottfried trabajaban juntos en el observatorio, complementándose. En 1700 nombran a Gottfried astrónomo oficial de la Academia de las Ciencias y se trasladan a vivir a Berlín. Ella solo podrá acceder a trabajar como ayudante por su condición de mujer. Juntos estudian el firmamento y realizan cálculos astronómicos que se utilizarán para confeccionar calendarios y almanaques.
La noche del 21 de abril de 1702, Maria Winkelmann está observando a través de su telescopio. Lleva horas con la mirada atenta al espacio. Ya es madrugada y el cielo está limpio y estrellado. Maria trata de encontrar una estrella variable de la que su marido le ha hablado hace unos días. Ella también quiere observar cómo es la fluctuación en su brillo. Y de repente… ahí está. ¡Es un cometa! ¡Un cometa nunca antes visto! Emocionada, despierta a su marido. Efectivamente, es un cometa desconocido. Y lo ha descubierto su mujer.
A pesar de ello, Gottfried se adjudicó el mérito, seguramente porque sentía vergüenza por no haber sido él el autor de un hallazgo tan prestigioso. Maria continuó durante años con sus observaciones y sus trabajos astronómicos hasta que su marido, poco antes de morir, confesó la verdad entregando uno de sus cuadernos donde explicaba todo lo sucedido. Animó a su mujer a reclamar a la Academia de Berlín el título de Astrónomo Real por este descubrimiento y por todas sus aportaciones a la astronomía. Entre ellas se distinguen elaborados estudios sobre la aurora boreal, la conjunción de Saturno y Venus con el Sol y la predicción detallada de un nuevo cometa.
Nada de todo esto sirvió. Los miembros de la renombrada institución se negaron alegando que Maria no tenía estudios universitarios. Claro que no los tenía. Era imposible tenerlos en su época siendo mujer.
Maria murió el 29 de diciembre de 1720. Fue la astrónoma más importante de su época pero nunca obtuvo tal reconocimiento. Sin embargo ella, de pequeñas dimensiones, como el cometa que descubrió, dejó tras de sí una cola luminosa que ha llegado hasta nosotros. Gracias a su valentía y determinación.